Durante las temporadas de bajas temperaturas y alta humedad, el cuerpo humano enfrenta desafíos significativos, especialmente en personas con salud delicada.
Los más afectados son los adultos mayores, aquellos con defensas bajas y quienes conviven con enfermedades crónicas, que sufren de manera más intensa los efectos del clima frío.
Los riesgos aumentan considerablemente en pacientes con afecciones cardíacas, diabetes, asma, hipertensión o enfermedad renal crónica.
Estas condiciones hacen que el cuerpo sea menos capaz de adaptarse a los cambios bruscos de temperatura, lo que los coloca en una posición vulnerable durante el invierno.
El corazón, en particular, se convierte en uno de los órganos más sensibles ante el frío.
El estrechamiento de los vasos sanguíneos causado por la constricción térmica impide que este órgano bombee sangre de manera eficiente, lo que puede provocar complicaciones serias en pacientes con historial cardiovascular.
En condiciones de clima frío extremo, se eleva la posibilidad de sufrir infartos agudos o incluso derrames cerebrales.
Por ello, es vital que las personas en riesgo reciban el acompañamiento médico necesario y sigan medidas preventivas que reduzcan el impacto del frío y la humedad sobre su organismo.
Por ello, es recomendable que estos pacientes eviten en la medida de lo posible la exposición al frío, que salgan de casa por distancias cortas y que vayan vestidos adecuadamente, que el cuello quede cubierto, que el sombrero sea obligatorio, así como zapatos para mantenerse abrigados.
Sería preferible usar más filas de ropa superpuesta que una muy gruesa.
La presión arterial alta está influenciada por el frío.
Específicamente, cuando hay escarcha afuera, el diámetro de los vasos sanguíneos se reduce, el flujo sanguíneo se reduce y la presión arterial aumenta.
Además, los pacientes hipertensos tienen más dificultades para responder al tratamiento cuando hace frío afuera, lo que explica el aumento de la incidencia de accidentes cerebrovasculares.
El paciente que sufre de una enfermedad cardiovascular también tiene un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón.
Por lo tanto, el paciente hipertenso siempre debe tener una píldora de nitroglicerina con él y cumplir con el tratamiento prescrito por el cardiólogo.
Se recomienda que tenga un régimen hiposódico, para hidratarse adecuadamente y evitar el consumo de alcohol.
Se sabe que, en gran cantidad, el alcohol puede aumentar los valores de presión arterial, convirtiéndose así en refractario al tratamiento.
La humedad, las heladas y el viento pueden acentuar los ataques de asma.
Básicamente, la inhalación de aire frío puede causar convulsiones asmáticas graves y empeorar la condición del niño o adulto.
Asimismo, esta temporada hay un aumento de las enfermedades respiratorias, siendo los más expuestos los niños y los ancianos.
El frío también agrava los síntomas de las enfermedades reumáticas.
Por lo tanto, está indicado que los pacientes diagnosticados con artrosis, artritis u osteoartritis, enfermedades degenerativas, eviten tanto como sea posible sentarse durante mucho tiempo en el frío.
Más específicamente, la artrosis que se manifiesta por la destrucción progresiva del cartílago a nivel de algunas articulaciones está directamente influenciada por el cambio en el clima.
Así, los dolores en las articulaciones, las principales manifestaciones del reumatismo degenerativo, están influenciados y acentuados por el frío y la humedad.
En general, en estos casos, se indican medicamentos antiinflamatorios antiálgicos y no esteroideos, que son recomendados solo por el médico y que tienen el papel de disminuir el dolor.
Además, el paciente con artrosis debe perder peso para reducir la presión sobre las articulaciones afectadas por la artrosis.